Por David Villaseca
Gerente del Programa de Innovación en Manufactura Avanzada (IMA+)
La revolución tecnológica que estamos viviendo impactará de manera brutal la actividad económica mundial en todas las industrias. Hoy ya vemos cómo las empresas relacionadas a manufactura, transporte, minería, alimentos, servicios, energía, entre otras, están replanteando su forma de operar para poder dar respuesta a las demandas existentes. El plazo final para los cambios llegará más temprano que tarde, y es necesario estar preparados. Algunos países han tomado la delantera por sobre otros. Pero, finalmente, todos tendremos que incorporarnos a la nueva forma de hacer negocios. Y quien no lo haga, quedará en una posición económica muy disminuida.
Las revoluciones tecnológicas generan un proceso de transformación y, como todo cambio, involucra destrucción y creación. Se destruye aquello que queda obsoleto, puesto que no puede competir con aquello que es nuevo, y tanto las personas, como las empresas y los países deben transitar entre la obsolescencia y lo novedoso, generando un proceso de cambio difícil de gestionar y de alto riesgo de fracaso; pero que de lograrse consigue frutos directos altamente rentables y genera un ecosistema de crecimiento.
Las empresas deben, por tanto, acelerar su transformación incorporando tecnologías a sus procesos productivos y también desarrollando nuevas propuestas de valor materializadas en bienes y servicios asociados a modelos de negocio que reemplacen a los actuales. La buena noticia es que no están solas. En este camino pueden recurrir a las universidades chilenas como fuente de conocimiento, formación de profesionales y desarrollo tecnológico. Por su parte, las Universidades también deben adecuarse en materia administrativa y social para dar respuesta concreta a los requerimientos y desafíos que les planteen las empresas e introducirse en la aventura de la revolución. Algunas, ya lo están haciendo y con fuerza.
En el Programa de Innovación en Manufactura Avanzada (IMA+) nos hemos propuesto poner a disposición nuestras capacidades para dar respuesta a las necesidades concretas de la industria nacional. No se trata de desarrollar tecnologías ideadas en la seguridad de un laboratorio, sino de establecer una comunicación bilateral con las empresas para entender de manera profunda cuáles son sus problemas, necesidades y desafíos; lo que luego permite generar propuestas que apunten a aumentar sus competencias y competitividad, finalizando en una dinámica de co-creación en la que las empresas tienen un rol central en aportar información sobre uso de sus recursos, cuál es la situación actual y cómo debiera ser el diseño de los productos o servicios para que se ajusten a sus expectativas.
Las conversaciones en el Programa IMA+ siguen teniendo la profundidad técnica y científica que caracteriza a las universidades que lo conforman, pero también hablamos de beneficios, modelos de negocios, diferenciación o segmentación. Entendemos que nuestros desarrollos deberán incorporarse al mercado en una dinámica competitiva donde habrá otros productos que intentarán resolver esas mismas necesidades, y la única forma en que generemos impacto será entregando más beneficios a los usuarios finales.
La revolución tecnológica está sucediendo y las empresas y universidades que colaboren tendrán mayor oportunidad de triunfar, para ello deberán entender a sus partners; lo que buscan, cómo operan, su lenguaje, debilidades y fortalezas. Desde el Programa de Innovación en Manufactura Avanzada decidimos tomar ese camino y esperamos que muchos más lo hagan, por lo que la invitación es a sumarse y crecer juntos.
El presidente del gremio, Dante Arrigoni, señaló que la norma que finalmente se aprobó “sin duda que es mucho mejor a la iniciativa planteada originalmente. El factor de gradualidad para poder prepararnos al nuevo ajuste, y que era un tema que nos preocupaba, felizmente fue acogido, y es así que tendremos el tiempo necesario para adaptarnos”, sostuvo.
La Asociación de Industrias Metalúrgicas y Metalmecánicas, ASIMET, valoró que el proyecto de ley de 40 horas laborales haya sido aprobado con las mejoras planteadas por el sector productivo: “Sin duda que es mucho mejor a la iniciativa planteada originalmente. El factor de gradualidad para poder prepararnos al nuevo ajuste, y que era un tema que nos preocupaba, felizmente fue acogido, y es así que tendremos el tiempo necesario para adaptarnos”, sostuvo el presidente del gremio, Dante Arrigoni.
Al respecto, explica que en el rubro metalúrgico metalmecánico trabajan colaboradores con jornadas ordinarias y jornadas excepcionales (continuas). En estas últimas, operan personas que demoran hasta 3 años en capacitarse, porque son oficios que se perfeccionan in situ y en el tiempo. Por lo mismo, esos colaboradores no son fáciles de reemplazar. “Con esta ley las empresas de nuestro sector tendrán que aumentar su dotación de colaboradores, y es por eso que el factor tiempo es clave para poder capacitar a los nuevos trabajadores”, indica.
Agrega que, en el tema de las compensaciones, el proyecto también se abrió a que estas fueran pecuniarias, es decir, cambiar los días de descanso por compensación económica. “Por experiencia, los colaboradores de nuestro sector en su mayoría prefieren la compensación económica, por lo tanto, en ese aspecto también consideramos que hubo un avance positivo”.
No obstante, el dirigente gremial alerta que este ajuste significara, por concepto de contratación de nuevas personas, un aumento en los costos de aproximadamente un 10%. “Si a esto le sumamos un aumento del 6% por parte del empleador que está indicado en el proyecto de ley de pensiones, significa un 16% de aumento en los costos relacionados a mano de obra, cifra que generará un alto impacto en las empresas y que no todas serán capaces de resistir. Esto es relevante cuando la industria nacional compite contra importaciones que no están sujetas a las mismas presiones de costo e, indudablemente, impacta la competitividad de la industria local, que en definitiva es la que da empleos en Chile”, señala.
Finalmente, Arrigoni enfatiza que este tipo de iniciativas deben ir necesariamente acompañadas de otras medidas para compensar el impacto que pueden generar, “y que en este caso debe ser la implementación de una estrategia que busque aumentar nuestra productividad, porque Chile, según el ranking de la OCDE, se ubica dentro de los 10 países menos productivos de ese grupo”, concluye.
La Asociación de Industrias Metalúrgicas y Metalmecánicas, Asimet, expresa su profundo dolor y consternación por el asesinato del cabo Daniel Palma Yáñez, que se suma a los violentos crímenes en circunstancias similares de otros funcionarios de carabineros en el último tiempo. Seis carabineros asesinados en los últimos 11 meses y tres en solo 23 días no nos pueden dejar indiferentes como sociedad.
Nuestro dolor y consternación no les devolverá la vida a estos mártires, pero sí nos debe llevar a ser enfáticos en exigir para nuestro país acciones resueltas y severas para el restablecimiento de la seguridad ciudadana.
Como gremio queremos expresar nuestra solidaridad hacia la institución de Carabineros, la que merece nuestro respeto, admiración y agradecimiento por la loable labor que realiza de protección y defensa de todos los chilenos. Esperamos que se haga justicia lo más pronto posible y que se aprueben a la brevedad los proyectos de ley que aumentan las facultades de sus funcionarios.
La paz social no solo es fundamental para el desarrollo pleno e integral de la vida de las personas, sino también es un elemento clave para el crecimiento productivo de los países.
Como ASIMET hacemos un llamado a las autoridades de Gobierno, a los parlamentarios, a los líderes políticos, a los gremios empresariales y a toda la sociedad en general para unirnos en una sola gran voluntad que nos impulse a trabajar unidos en la consecución de un anhelo que cada día se hace más urgente: recobrar la seguridad para los chilenos y volver a ser un país cuyos habitantes pueden vivir y desarrollarse en paz.
Por David Villaseca
En septiembre pasado se publicó el Índice Global de Innovación de la World Intellectual Property Association, con el que se construye el ranking de innovación por países a partir de una serie de indicadores de cada economía. Según este ranking, Chile lidera la región de América Latina, seguido por Brasil y México, debido principalmente a la fortaleza de sus instituciones y el respeto al estado de derecho.
Pero en el ámbito global, Chile ocupa la posición número 50, y respecto de los países con ingresos per cápita similares, ocupa la posición número 40. Sumado a esto, de acuerdo a la OECD, Chile invierte sólo el 0,35% del PIB en I+D, superando sólo a México (dentro de la OECD), mientras que otros países como Finlandia, Nueva Zelanda y Grecia, invierten el 2,8%, 1,4% y 1,2% de sus respectivos PIB, por dar algunos ejemplos.
Más aún, en el ámbito de los commodities, tenemos desventajas competitivas importantes en comparación con países asiáticos, quienes han venido penetrando nuestros mercados con fuerza.
Todo lo anterior hace pensar que puede ser una buena idea innovar para generar nuevos productos diferenciados y obtener mayores márgenes. ¿Pero cómo hacemos innovación?
La innovación, entendida como el desarrollo e introducción al mercado de nuevos bienes o servicios, es una actividad compleja, que involucra generación de nuevas ideas, colaborar con instituciones de I+D y diseñar nuevas estrategias de negocio, y en cada una de sus actividades conlleva riesgos que pueden ser difíciles de asumir, por lo que requiere, por parte de la dirección de la empresa, compromiso, convicción y resiliencia.
¿Cómo podemos lograr esto? Identificando oportunidades de negocio. Desde el punto de vista del negocio, no hay como un prospecto esperando por un nuevo producto, o con un problema que no puede resolver y por el que está dispuesto a pagar una buena recompensa.
La exploración de mercados para la innovación es un gatillante de nuevos negocios, a partir de la observación de las operaciones de los clientes. En la observación del usuario final se detectan sus problemas y se generan ideas de soluciones que pueden convertirse en el próximo producto estrella de la compañía. Para ello, hay metodologías que pueden apoyar el proceso disminuyendo el riesgo y aumentando la efectividad de la exploración, la que debe finalizar una oportunidad de mercado caracterizada a través del problema del cliente, la cuantificación y segmentación del mercado, el diseño conceptual de la solución y la evaluación del negocio.
Con este punto de partida, se generan incentivos para que los directivos de la empresa se comprometan con un proceso innovador que conlleva la promesa de mayores ventas, crecimiento y subsistencia de la compañía.
“El programa Aprendices nos dio la posibilidad de contratar jóvenes con un subsidio estatal, tanto en la capacitación como en la renta, lo que hace muy atractivo de implementar en la agroindustria”.
¿Cómo evalúas el programa de Aprendices del SENCE en tu empresa?
Una de las problemáticas que enfrentamos en Multiseed es el recambio generacional, tanto a nivel de operarios como de mandos medios. La edad promedio de nuestros trabajadores es de 52 años, nuestras temporadas son extensas entre 5 a 6 meses donde contratamos más de 600 personas cada año, con una planta fija de 90 personas, de todas estas el 90% son mujeres. Si a ello sumamos la falta de mano de obra producto de la pandemia, el diagnóstico era claro; necesitamos buscar gente joven y formarlas para que, al menos, alguno de ellos siga en la compañía. Por ello, que la implementación del programa Aprendices nos dio la posibilidad de contratar jóvenes con un subsidio estatal, tanto en la capacitación como en la renta, lo que hace muy atractivo de implementar en la agricultura.
¿Qué aspecto del programa Aprendices destacarías?
Los beneficios son varios. Por una parte, tenemos la oportunidad de formar jóvenes con un marco legal definido. Lo puedes hacer vía OTEC o Curso Interno; nosotros lo hacemos vía curso interno porque así, además, beneficiamos a nuestros propios trabajadores, accediendo a un extra de sus ingresos producto de sus servicios de formación y, además, la empresa gana con formar con sus propios estándares. Es decir, quién mejor que la propia empresa para ello.
Por otra parte, el subsidio a la renta nos ayuda, sin duda, a generar recursos para seguir mejorando condiciones laborales y a los jóvenes la oportunidad de aprender un oficio. Inclusive es más; eventualmente de seguir con nosotros a través de los cupos que nos entrega ANPROS, les realizamos certificación de competencias laborales, dándole un cierre al proceso.
¿Qué opinión de tus colaboradores respecto del programa Aprendices podrías mencionar?
En general, nuestra plana de supervisores está muy contenta con el programa y la oportunidad de transmitir conocimientos. Además de encontrar nuevos talentos, nuestra idea es seguir perfeccionando los contenidos y mejorar las condiciones para motivar a más jóvenes a trabajar en agricultura.
¿Para motivar a otras empresas agrícolas a utilizar este programa, qué otro aspecto podrías añadir?
Como les comenté, es una oportunidad sin duda de obtener nuevos talentos, con una formación acorde a lo que necesita la industria, permitiendo recompensar a sus supervisores. Es un win– win para todos, quizás la dificultad está en la implementación del curso, pero gracias al Sence, donde nos apoyaron en todo momento, pudimos sacar el curso interno. Pero parte por conocer el programa y aventurarse. Nosotros partimos con 15 el primer año y hemos estado aumentando año a año ese número en nuestros centros productivos de Hijuelas, Llay Llay y Valdivia.
“Sabemos que esta industria es clave para poder hacernos cargo de los desafíos sociales, medioambientales y económicos que tiene el país”, señaló la ministra subrogante de la cartera, Javiera Petersen, destacando el aporte de ASIMET como gestor de la iniciativa.
La ministra subrogante de Economía, Javiera Petersen, encabezó la reunión donde esa cartera puso en marcha la llamada Mesa de la Manufactura, instancia público-privada que tiene como objetivo impulsar el desarrollo de esa industria en Chile.
“Para nosotros como Ministerio de Economía es muy importante poder dar el puntapié inicial de un espacio de colaboración público privado para poder avanzar en el impulso al desarrollo del sector manufacturero de nuestro país, porque sabemos que este sector es clave para poder hacernos cargo de los desafíos tanto sociales como medioambientales y económicos que tiene Chile”, sostuvo la ministra (s).
Al respecto, valoró el aporte realizado por la Asociación de Industrias Metalúrgicas y Metalmecánicas, ASIMET, para la concreción de esta mesa de trabajo, señalando que el gremio “ha sido uno de los principales impulsores de esta iniciativa, por lo que agradecemos a ASIMET por su insistencia para poder generar este espacio”.
Por su parte, el vicepresidente de ASIMET, Gustavo Alcázar, destacó la puesta en marcha de la iniciativa, afirmando que es “un primer paso concreto para efectivamente empezar a trabajar de manera estructurada una política industrial para el país, donde se reúne el Gobierno con distintos gremios, y con una mirada que entiende que sin industria el país no puede alcanzar el nivel de desarrollo que todos queremos”.
Agregó que la importancia de un plan de desarrollo industrial radica en su aporte al desarrollo económico y en su carácter de integración de la mujer en el sector, además del positivo impacto en la cantidad y calidad del empleo que genera y la relevante participación de las regiones en la estrategia.
El dirigente gremial señaló también que el objetivo de la mesa es poder tener, en enero del próximo año, un plan estratégico de funcionamiento, cuyo éxito dependerá del compromiso transversal que puedan tener los distintos ministerios con la iniciativa: “Durante la reunión con la ministra le hicimos ver la importancia de que esta mesa cuente con políticas integrales y transversales, donde todos los ministerios converjan hacia este objetivo común de impulsar a la industria manufacturera en todas las políticas públicas que se lleven a efecto”, sostuvo Alcázar.
Además de ASIMET, los gremios que integran la Mesa de la Manufactura son la Asociación Gremial de Industriales del Plástico de Chile, Asipla; la Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de la Información, ACTI; la Asociación Gremial de Industriales Químicos de Chile, Asiquim; la Corporación Chilena de la Madera, Corma; y la Asociación Nacional de Fabricantes e Importadores de Productos Fitosanitarios Agrícolas, AFIPA.
Por David Villaseca
En el entorno actual de globalización, las empresas ven una presión permanente para aumentar su competitividad. En este contexto, la manufactura inteligente, basada en tecnologías digitales, es una estrategia que deberán tomar más temprano que tarde. En el Programa de Innovación en Manufactura Avanzada (IMA+) tenemos como objetivo ayudar a la industria a través del desarrollo de nuevas tecnologías que, al ser incorporadas en procesos productivos, puedan generar beneficios que las hagan más competitivas.
El consorcio tecnológico formado por ASIMET, la Universidad de Chile, La Universidad de Santiago de Chile, la Universidad Tecnológica Metropolitana y la empresa Seguel Robotics está validando con éxito las tecnologías desarrolladas durante tres años y las empresas están viendo beneficios como mayores niveles de flexibilidad, eficiencia y eficacia, y disminución de costos y riesgos operacionales.
El principal objetivo de IMA es la implementación de productos en las empresas. Éstos incluyen sistemas predictivos para mantenimiento y calidad de producto, sistemas de tele-operación háptica para maquinaria de minería subterránea, sistemas de identificación de fatiga en personas, sistema de recuperación automática de componentes metálicos de desgaste, gemelos digitales de procesos productivos, sistema de identificación de fallas para equipos industriales y sistema de navegación autónoma de maquinaria móvil en túneles mineros.
Gracias a la dinámica que instalamos en nuestros equipos, donde la Industria se encuentra en el centro de las actividades, varias empresas ya vienen acompañándonos por un par de años, lo que hace más fluida la transferencia tecnológica. En particular, en los proyectos de Identificación de fallas en equipos industriales y de Digital Twins, se han formado spin-offs con los mismos desarrolladores, generando una línea de emprendimiento desde el Programa. Y la forma en que se realiza esta transferencia es un factor clave para la adopción y generación de beneficios. Existen muchos mecanismos y modelos de negocio para ello. Uno, por ejemplo, podría ser que las universidades ofrecieran directamente los servicios derivados de las tecnologías. Sin embargo, aunque ese modelo podría funcionar, y lo hace, para servicios más cercanos a la investigación, en productos como los que hemos desarrollado, o en servicios que se generan a partir de ellos, se requiere un actor que sea capaz de empaquetarlos, hacer el desarrollo comercial, introducirlos al mercado e implementarlos en los usuarios finales. Por lo tanto, todos nuestros productos pasarán a estas entidades, que nosotros llamamos empresas proveedoras tecnológicas. Las que adquirirán las licencias desde las universidades y proveerán productos o servicios al sector manufacturero, de manera eficiente y eficaz, para que se puedan generar todos los beneficios esperados.
Habiendo finalizado las actividades de desarrollo en cada uno de nuestros proyectos, corresponde buscar socios que quieran sumarse al desafío de la Cuarta Revolución Industrial. Por lo tanto, las empresas que se interesen en evaluar nuestros productos para incorporarlos a sus procesos productivos, podrán contactarnos directamente y serán derivados a las proveedoras tecnológicas preparadas para recibir el requerimiento.
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dvf@programaima.cl
Para un país cuyo futuro depende del comercio internacional, estrechar lazos con Asia Pacifico, la zona de más rápida expansión económica del mundo en los próximos años, es de un enorme beneficio para Chile. Es por ello que como ASIMET respaldamos y abogamos por una pronta firma por parte de nuestro país del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TPP11).
El nuevo tratado involucra a 11 países de América y Asia, representa a 500 millones de habitantes, y es el tercero mayor en PGB, además de otorgar rebajas arancelarias a más de 3000 productos que pueden ser aprovechados por Chile. Como 8 de los 11 países ya lo ratificaron, faltando solamente Malasia, Brunéi y Chile, el acuerdo ya está operando, y otros se están favoreciendo.
Como representantes de la industria manufacturera nacional nuestro gremio ha manifestado de manera constante y permanente la necesidad de que Chile cuente con una Política Industrial que permita fortalecer a este sector clave de la economía, pues es el camino que han elegido los países modernos para avanzar hacia el desarrollo. Nuestro convencimiento del beneficio que una política en ese sentido generaría para Chile nos ha llevado a trabajar en una serie de iniciativas y aportes para concretar ese objetivo, lo que finalmente logramos plasmar en el diseño de una Estrategia Industrial 2030 para Chile, la que ya se encuentra en poder de las principales autoridades económicas del país, con las que ya hemos instalado mesas de trabajo para avanzar en la concreción de algunas iniciativas.
Es por ello que frente a algunas versiones que señalan que la firma del TPP11 por parte de Chile significaría para nuestro país no poder poner en práctica una Política Industrial, como ASIMET afirmamos lo siguiente:
- El TPP11 no impide llevar a cabo una estrategia industrial e impulsar las iniciativas necesarias para su implementación. El acuerdo señala de manera expresa que los signatarios pueden establecer sus propias políticas públicas.
- En el debate público existe una confusión entre un tratado económico internacional, que es un instrumento más de una política de desarrollo, y la actual estrategia de desarrollo, que Chile debe cambiar. Que la actual estrategia esté agotada no es atribuible al TPP11, ni se arregla descartándolo. Es atribuible a la carencia de una política industrial moderna, esencial para acelerar el crecimiento del país más sustentable, inclusivo y tecnológicamente más avanzado.
- Ninguna de las buenas políticas económicas que deben acompañar una nueva etapa de desarrollo productivo se ve impedida por los tratados de libre comercio firmados por Chile, ni tampoco por una futura firma del TPP11. No hay impedimento a una política económica que resguarde los equilibrios macroeconómicos, fiscales, cambiarios, inflacionarios para así apoyar la competitividad. Tampoco lo hay para políticas transversales que eleven la productividad, la alfabetización digital, la ciencia y la tecnología, la creación de un Banco de Desarrollo, la infraestructura digital y física, empleos de calidad, equilibrio territorial, descentralización, y consulta ciudadana. Nada de esto está coartado si se firma el TPP11.
- Se ha argumentado que el acuerdo limita la soberanía del Estado para crear empresas públicas. El tratado reconoce el derecho a cada país para establecer sus propias leyes, regulaciones y políticas para salvaguardar el bienestar público. No impone limitaciones para crear una empresa pública, sí advierte contra el uso de subsidios que puedan distorsionar los precios de los bienes o servicios que compiten internacionalmente.
- Igualmente, se ha criticado que el TPP11 otorga ventajas a las empresas internacionales que litigan contra los Estados miembros. La resolución de controversias deberá mejorarse, pero entretanto, la establecida en el TPP mejoraría la posición de los Estados firmantes.
El debate en torno al TPP11 debe ser una oportunidad para concordar una nueva Política Industrial, con más innovación, complejidad, valor agregado y menos concentración y más medianas empresas competitivas.
El mundo que viene requerirá de grandes reformas a la gobernanza global, y si Chile queda afuera de esta enorme tarea se expondría a la irrelevancia, perdería capacidad de negociar e incidir.
Las reglas globales protegen a los países pequeños: sin ellas los grandes imponen sus criterios. El mejor camino para Chile es impulsar conjuntamente los tratados internacionales, promoviendo su permanente perfeccionamiento, y poner en marcha una nueva estrategia nacional de desarrollo productivo, dialogada y compartida.
Dante Arrigoni C.
Presidente ASIMET
Septiembre 30 de 2022
Así se refirió el timonel del gremio, Dante Arrigoni, al desafío de crecimiento productivo anunciado por el Presidente Boric, señalando, además, que la mirada del Gobierno debería centrarse en la recuperación del crecimiento de largo plazo, “por lo que la agenda anunciada para elevar la eficiencia productiva debería ser prioridad, para poder recuperar la inversión que permita financiar las reformas sociales y dar sostenibilidad fiscal al país hacia el futuro”.
“Valoramos las medidas anunciadas para hacer frente a la inflación, que sin duda es uno de los problemas más apremiantes en este momento para los chilenos, pero el Gobierno debe tener una visión estratégica de mediano y largo plazo enfocada a recuperar el crecimiento y la inversión que hemos perdido. La única forma de hacer crecer la productividad al 1,5% anual, como lo planteó el Presidente, es implementando una Estrategia Industrial, algo que no tenemos, por lo que la agenda anunciada para elevar la eficiencia productiva debería ser prioridad, para poder financiar las reformas sociales y dar sostenibilidad fiscal al país hacia el futuro”.
Así lo señaló el timonel de ASIMET, Dante Arrigoni, al comentar el mensaje del Presidente Gabriel Boric en su primera cuenta pública al país. En tal sentido, agregó que frente a la actual coyuntura económica global los países desarrollados están hablando de cómo recuperar sus industrias y traer de regreso la manufactura que han perdido.
“En Chile deberíamos hacer lo mismo, con una Estrategia Industrial que mire hacia la próxima década, una política de Estado que traspase a los gobiernos de turno, enfocada a la creación de empleos de calidad, al desarrollo de una economía sustentable y a la inversión en innovación y tecnología para que nuestro sector productivo pueda competir en igualdad de condiciones con los países desarrollados. Solo por ese camino podremos superar el ‘Chile desigual’ al que se refirió el Presidente en su discurso”, acotó Arrigoni.
El dirigente gremial también valoró la relevancia que le otorgó el Mandatario al necesario diálogo con los empresarios para construir transformaciones sociales estables. “El Presidente señaló que cuando nos unimos, respetando nuestras diferencias, es cuando mejor nos va como país, y en ese contexto esperamos que podamos llegar a acuerdos en cuanto a la gradualidad y flexibilidad de los proyectos de reforma tributaria y la que reduce la jornada laboral a 40 horas, que serán clave para no afectar nuestra competitividad”, indicó Arrigoni.
Finalmente, el timonel de ASIMET señaló que el reconocimiento del Presidente a que en el proceso constituyente ha habido errores y aprendizajes, su afirmación de que tanto el Apruebo como el Rechazo son opciones legítimas y su compromiso a que el Gobierno garantizará que la ciudadanía se manifieste libremente en las urnas el 4 de septiembre contribuyen a disminuir la incertidumbre que ha generado el plebiscito para ratificar la nueva Constitución.
En reciente entrevista con “El Mercurio”, el subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales, José Miguel Ahumada, entregó algunas definiciones respecto de las tareas de su cartera para los próximos años. Considerando la importancia del comercio internacional en el desarrollo económico, y habida cuenta de los planteamientos formulados durante la Última campaña por parte de la candidatura del hoy Presidente Gabriel Boric, de revisar los tratados de libre comercio, la acción del Gobierno en esta materia cobra especial relevancia.
Las definiciones del subsecretario tienen como base un juicio enfatizado por sectores de la izquierda, pero de dudoso sustento empírico, esto es, que el desarrollo económico chileno requiere de políticas industriales que, de alguna manera, apuntan en una dirección opuesta al proceso de apertura comercial en que nuestro país ha estado inserto. Especialmente llamativa es la referencia a que los tratados deben resguardar la autonomía regulatoria del Estado -sugiriendo que los acuerdos actuales no garantizarían aquello-, y su mención al aprendizaje de la experiencia argentina por desarrollar su industria, ejemplo que se derrota a sí mismo.
El énfasis en la autonomía regulatoria, por su parte, plantea dudas sobre el verdadero alcance de este debate. Los tratados firmados por Chile no han limitado sus atribuciones para definir e impulsar políticas económicas, salvo en aspectos intrínsecos a cualquier tratado, como son el trato parejo a las inversiones extranjeras y la imposibilidad de establecer políticas que arbitrariamente beneficien a los actores domésticos. Son estas mismas exigencias, básicas en el plano internacional, las que han permitido a muchos sectores chilenos exportar a las más diversas latitudes. Es necesario, por tanto, que las autoridades de gobierno sean más específicas en explicar qué aspectos de los tratados debieran renegociarse.
Cabe también observar los alcances que puede tener la participación ciudadana en estas discusiones, aspecto enfatizado por el subsecretario. El comercio internacional, por definición, deja ganadores y perdedores dentro de un país, como consecuencia de las ventajas relativas en la producción entre distintas naciones. La bondad del comercio, por tanto, no descansa en la inexistencia de costos, sino en que los beneficios superan a las pérdidas, donde a su vez las políticas públicas pueden compensar adecuadamente a esos “perdedores”. Los esfuerzos de participación -herramienta valiosa en la discusión de ciertas iniciativas- no pueden significar dejar supeditada toda la política comercial al reclamo puntual de algún sector. Ello supondría renunciar al interés general en función de la capacidad de presión de quienes representan intereses específicos.
Las definiciones del alto funcionario también dan cuenta de la particular estrategia con que el Gobierno está abordando ciertas materias, dilatando una definición hasta el desenlace del proceso constitucional. Así lo plantea el subsecretario a propósito del TPP11, acuerdo comercial cuya injustificada dilación -con la consiguiente pérdida de oportunidades para el paÍs- ha sido, en parte, el resultado de los cuestionamientos expresados por quienes hoy integran la coalición gubernamental, incluido el propio Ahumada. Así, esta administración parece estar siguiendo un camino que involucra impulsar por ahora una agenda de temas menos controvertidos mientras en cuestiones más sustantivas evita tomar la iniciativa, esperando que la Convención lo haga. Tal fórmula presenta, sin embargo, una doble complejidad. Por una parte, implica postergar definiciones de fondo y prolongar las incertezas. Por otra, parece asignar al proceso constitucional la tarea de zanjar materias -como la suscripción o no de un tratado comercial- cuya especificidad no es propia de una Carta Fundamental, excluyéndolas así del debate político.
Fuente: El Mercurio, abril 19 de 2022