Entidad es una de las primeras en aplicar un sesgo positivo al crecimiento para este año y el próximo, a medida que avancen las reformas y el plan de estímulo fiscal.
Cierto optimismo se escucha de parte de Gonzalo Sanhueza. El socio de Econsult considera que el mes de julio será el inicio de un proceso de recuperación de la actividad. Sus proyecciones para este año (2,7%) y el próximo (3,2%) están sobre el consenso de los economistas e, incluso, adelanta que sus estimaciones tienen “un sesgo al alza”.
¿La razón? El shock negativo para la economía internacional “ya ocurrió” y el país está “preparado” para enfrentar un empeoramiento del escenario. A esto se le agrega, dice, el impacto positivo que tendrán tanto la política fiscal como monetaria más expansivas.
– ¿En qué se sustenta su visión más optimista?
– El escenario que teníamos para fines de 2018 era que el crecimiento mundial iba a ser bueno y que los riesgos iban a bajar. Pero tuvimos un shock negativo desde la economía mundial por la guerra comercial y que ha producido una recesión del sector exportador.
Ese shock negativo se trasladó hacia la economía chilena y se desaceleró la actividad. Ahora, la economía chilena está empezando a usar sus mecanismos de estabilización. La primera línea de defensa, cuando hay un shock externo, es la política monetaria y el Banco Central redujo la tasa en 50 puntos base y la va a bajar otros 50 puntos mañana, porque el escenario es más negativo de lo que tenía el banco en su último IPoM.
El Fisco ha adecuado su política fiscal, con reasignaciones hacia un gasto que tiene un mayor impacto económico en el corto plazo, por lo que esperamos que en el segundo semestre y el próximo año tengamos un mejor escenario. Julio va a marcar un punto de inflexión, hay varios indicadores que ya muestran que viene mejor: mejoró la confianza de consumidores y empresarios, uno ve los indicadores y se da cuenta de que estamos en un escenario distinto al del primer semestre.
– ¿Cuán duradera puede ser esa recuperación en medio del complejo escenario externo?
– Lo que importa es lo que está pasando con la economía en la punta con los indicadores anticipados. Al menos la confianza dejó de caer. También comienzan a recuperarse las importaciones de bienes de capital. Más allá de que vamos a tener volatilidad en el crecimiento, como tendencia se ve una recuperación.
Obviamente, el escenario es difícil, pero creemos que están las condiciones y el país, al revés de otros, tiene capacidad.
– ¿El año no está jugado?
– No, lo que importa no es 2020, sino cómo vamos a entrar al 2020. Lo que importa es cómo va a estar creciendo la economía chilena en el margen los últimos cuatro meses del año, y ahí sí hay espacio para la política fiscal y monetaria que ya se está implementando.
Luego, hay un elemento que viene más bien del mundo político: siempre hay una discusión política en el país y proyectos en el Congreso que generan incertidumbre. Haber tenido dormida la reforma tributaria por un año generó incertidumbre. En la medida que los tiempos de discusión sean más acotados y la discusión más constructiva, eso es muy importante para las expectativas.
– Pero al gobierno le ha costado sacar las reformas.
– Creo que han hecho un fine tuning bien acucioso, respetando la regla fiscal. Uno ve que el paquete de reasignaciones busca generar más impacto.
En términos legislativos, para la economía es bastante razonable lo que se está logrando. La reforma tributaria tiene efectos muy importantes en simplificación, la depreciación acelerada también tendrá un impacto relevante. El gobierno ha tenido que ceder en algunas cosas, pero lo importante es que no se ha desdibujado el proyecto y mantiene las cosas que ayudarán al crecimiento.
– Hay economistas que ven un impacto acotado de la reforma tributaria en el PIB.
– No hay balas de plata en la economía. No existe eso como cuando uno hace pan, le pone levadura y el pan se infla. ¿La reforma tributaria va a solucionar los problemas de crecimiento de largo plazo de la economía chilena? No. Pero va a contribuir a ello en el largo plazo con un shock enorme sobre las expectativas, en especial porque dará cuenta de que este país todavía puede ponerse de acuerdo en proyectos importantes.
– Raya para la suma, ¿su visión es positiva de cara al fin del año y 2020? No muchos departamentos de estudio tienen esa postura.
– Efectivamente, tratamos de separar un poco la paja del trigo y mirar las variables más fundamentales. Tenemos baja inflación, el déficit fiscal es bajo, la deuda pública ha subido pero a nivel internacional es muy baja, las instituciones funcionan. Entonces, los elementos están. Hay un shock externo negativo, pero hemos construido capacidad de reacción. Hay un gobierno activo para evitar que se genere una subejecución del gasto público. Y a pesar de todo, el Congreso es capaz de ponerse de acuerdo.
Sin incluir el paquete fiscal, estimamos un crecimiento de 2,7% para este año y 3,2% para el próximo año. El paquete fiscal va a tener más efecto el próximo año y eso nos va a llevar cerca de 3,5% de crecimiento. Para este año, si se aprobara la reforma tributaria uno podría tener un crecimiento más cerca del 3%.
– O sea, ¿tienen sesgo al alza para el próximo año?
– Sí, efectivamente los sesgos son más positivos tanto para este año como para el próximo.
«Se puede bajar 50 puntos la tasa ahora y otros 50 puntos el primer semestre de 2020»
– ¿Cuántos recortes de tasa ve después del ajuste de mañana?
– Siempre que hay un shock negativo sobre la economía, la primera fuerza de reacción es la tasa de interés. Entonces, si el shock es más negativo, menos tasa. ¿Hay más espacio? Sí, pero dependerá de si se da el escenario internacional más negativo. Afuera los sesgos están un poco a la baja y es probable que la recuperación sea más lenta de lo esperado. Si eso ocurre, el Banco Central puede seguir bajando tasas. Tenemos más capacidad de reacción que otros países, perfectamente podemos bajar 50 puntos de tasa ahora y el primer semestre del próximo año bajar otros 50 puntos si el escenario central de recuperación no se da.
– ¿Cómo ha visto el desempeño del Banco Central?
– El Banco Central nos sorprendió a fines del año pasado cuando habló de que las brechas de capacidad se habían cerrado y que, por lo tanto, habían presiones inflacionarias y la tasa de interés tenía que subir. Eso nos sorprendió, porque cuando uno está más cerca del sector privado, uno no veía que las empresas tuvieran la sensación de estar operando a plena capacidad y que les costara encontrar trabajadores.
Al banco le ha tocado un período difícil, no es ser fácil ser banquero central en estos momentos y me parece que ha actuado de la forma correcta. Este Banco Central es bastante más conversador y transparente y así son los bancos centrales modernos. Tiene una generación de consejeros jóvenes que se formó en esta escuela nueva de bancos centrales más transparentes.
En ese sentido, creo que el aporte de Alberto Naudon y Pablo García es muy importante y se complementan bien con Mario Marcel, Joaquín Vial y Rosanna Costa, que tienen más experiencia en otros organismos.
Fuente: Diario Financiero, septiembre 02 de 2019